Si bien cada niño mayor (pero igual de caprichoso) viene con su librito, uno espera algo de continuidad, al menos para la sustentabilidad y no reinventar la rueda cada cambio de gestión. Cualquier proyección o plan termina en la basura.
Pues no solo que uno pasa de alfil o torre a peón en cada cambio de gestión, sino que también meten de prepo alfiles y torres amigo del niño mayor, "su gente de confianza".
Así pues, el techo de cristal azul siempre perfecto, la esperanza de crecimiento profesional tiende a cero, y siempre quedarán los mediocres o acomodados.
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