De forma inconsulta (es decir sin importar si quiera el discernimiento, la intención y la voluntad de uno), pero con el paraguas del ius variandi -aunque bajo un régimen especial-, hoy estás acá, mañana allá. Terminas siendo una pieza en el ajedrez de un tercero.
No existe ni plan de carrera, ni toma de decisiones sobre el propio destino. Terminas siendo un mero peón, alfil, caballo, torre, dama o rey de un tercero.
Al menos las fichas tienen ciertos conjuntos de reglas (instituciones), y saben cuales son sus movimientos válidos. Pero los que juegan las partidas ni siquiera eso. Eso si, siempre "Al final de la partida, el rey y el peón van al mismo cajón".
Pues, entonces cuando llega el horario uno se disfraza de la ficha que "corresponde" cuando termina se va y vive su verdadero juego, que puede ser el Go, Las Damas o cualquier otro mucho más divertido.
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